Cómo Benanav y Clegg intentaron oscurecer el papel del estado de posguerra en el mantenimiento de la esclavitud asalariada

por Jehu

https://therealmovement.wordpress.com/2018/05/20/how-benanev-and-clegg-tried-to-obscure-the-role-of-the-post-war-state-in-maintaining-wage-slavery-part-1/


Quiero enfatizar dos puntos sobre lo que el colectivo Endnotes está tratando de lograr con este ensayo, antes de continuar con el resto de este inútil argumento económico a favor de la comunización. En esta publicación y la siguiente, quiero establecer un argumento que será importante para lo que sigue.

Ese argumento puede expresarse de la siguiente manera:

La continua intervención del estado burgués en la economía es ahora esencial para el mantenimiento del sistema de esclavitud asalariada.

Esto es lo que el colectivo Endnotes está tratando de ocultar con su descarada degradación de la teoría de Marx. Esta degradación se basa en dos argumentos esenciales:

Primero, Benanav y Clegg, escribiendo en nombre del colectivo Endnotes, despojan a la teoría de Marx de sus categorías fundamentales, valor y plusvalía. Esto, reduce la teoría de Marx a la descripción de un proceso técnico de la producción. En esta descripción técnica, digna de un libro de texto de introducción a la microeconomía de primer año, los cambios técnicos en los métodos de producción conducen inevitablemente a la escasez de empleo asalariado. Como dice Keynes, el desarrollo tecnológico conduce al desempleo tecnológico; los medios de economización del empleo de trabajo asalariado en la producción sobrepasan el ritmo al que el capital puede encontrar nuevos usos para el trabajo asalariado.

Segundo, habiendo estrangulado la teoría de Marx con esta descripción puramente técnica del proceso capitalista de acumulación, Benanav y Clegg nos ofrecen evidencia histórica de que Marx ha sido refutado. El empleo asalariado no escaseó, dicen estos dos académicos. La teoría de Marx fue una descripción incompleta del proceso de acumulación capitalista:

Lo que Marx no había previsto, y lo que realmente ocurrió en la década de 1890, fue la aparición de nuevas industrias que absorbieron mano de obra y de capital al mismo tiempo, y que lograron posponer esa disminución durante más de medio siglo. El crecimiento de estas nuevas industrias, fundamentalmente las del automóvil y las de bienes de consumo duraderos, dependió de dos novedades del siglo xx: el papel cada vez mayor del Estado en la gestión económica y la transformación de los servicios al consumidor en bienes de consumo.

En esta publicación, quiero abordar estas dos acusaciones del colectivo Endnotes contra la teoría de Marx en orden inverso. En la próxima publicación, proporcionaré datos empíricos que respalden mi argumento.

*

Según Benanav y Clegg, entonces, Marx no previó el papel creciente del Estado en la gestión económica. Por lo que puedo decir, eso significa que este pasaje de Del socialismo utópico al socialismo científico de Engels , publicado en 1880, debe estar hablando de otra cosa:

“De un modo o de otro, con o sin trusts, el representante oficial de la sociedad capitalista, el Estado, tiene que acabar haciéndose cargo del mando de la producción. La necesidad a que responde esta transformación de ciertas empresas en propiedad del Estado empieza manifestándose en las grandes empresas de transportes y comunicaciones, tales como el correo, el telégrafo y los ferrocarriles.

A la par que las crisis revelan la incapacidad de la burguesía para seguir rigiendo las fuerzas productivas modernas, la transformación de las grandes empresas de producción y transporte en sociedades anónimas, trusts y en propiedad del Estado demuestra que la burguesía no es ya indispensable para el desempeño de estas funciones. Hoy, las funciones sociales del capitalista corren todas a cargo de empleados a sueldo, y toda la actividad social de aquél se reduce a cobrar sus rentas, cortar sus cupones y jugar en la Bolsa, donde los capitalistas de toda clase se arrebatan unos a otros sus capitales. Y si antes el modo capitalista de producción desplazaba a los obreros, ahora desplaza también a los capitalistas, arrinconándolos, igual que a los obreros, entre la población sobrante; aunque por ahora todavía no en el ejército industrial de reserva.

Pero las fuerzas productivas no pierden su condición de capital al convertirse en propiedad de las sociedades anónimas y de los trusts o en propiedad del Estado. Por lo que a las sociedades anónimas y a los trusts se refiere, es palpablemente claro. Por su parte, el Estado moderno no es tampoco más que una organización creada por la sociedad burguesa para defender las condiciones exteriores generales del modo capitalista de producción contra los atentados, tanto de los obreros como de los capitalistas individuales. El Estado moderno, cualquiera que sea su forma, es una máquina esencialmente capitalista, es el Estado de los capitalistas, el capitalista colectivo ideal. Y cuantas más fuerzas productivas asuma en propiedad, tanto más se convertirá en capitalista colectivo y tanta mayor cantidad de ciudadanos explotará. Los obreros siguen siendo obreros asalariados, proletarios. La relación capitalista, lejos de abolirse con estas medidas, se agudiza, llega al extremo, a la cúspide. Mas, al llegar a la cúspide, se derrumba. La propiedad del Estado sobre las fuerzas productivas no es solución del conflicto, pero alberga ya en su seno el medio formal, el resorte para llegar a la solución.”

Si Marx no previó el papel creciente del Estado en la gestión de la economía, ¿cómo lograron él y Engels publicar esta predicción en 1880; al menos una década antes de lo que los escritores argumentan fue el inicio de la tendencia hacia una creciente gestión estatal de la economía?

Según Marx y Engels, el desarrollo de la productividad del trabajo social primero haría que una creciente población de trabajadores fuera superflua para la producción (lo que Keynes llamó desempleo tecnológico), luego haría que una masa creciente de capitalistas también fuera superflua para la producción. En ese momento, el estado se vería obligado a intervenir y asumir la gestión de la economía. Este evento no resultaría en la abolición del trabajo asalariado — “los trabajadores siguen siendo asalariados” — más bien, marcaría el surgimiento del estado como el capitalista nacional.

Téngase en cuenta que Del socialismo, utópico al socialismo científico no era un oscuro panfleto en 1880 como lo es hoy. En el momento de su publicación, vendió más que el Manifiesto Comunista. Una generación de comunistas se crió estudiando este manual sobre la teoría de Marx. Y lo que aquí se nos presenta es una confirmación de libro de texto de la teoría de Marx presentada al lector como una refutación de esa teoría: Marx estaba equivocado, ya ves, porque no predijo esto que su teoría predijo claramente al menos cincuenta años antes de que culminara en la inicio de la Gran Depresión.

*

Ya que estamos en el tema de las predicciones, ¿qué tal esta? He argumentado que aunque Marx y Keynes asumieron las mismas mejoras técnicas generales en el poder productivo del trabajo social, diferían en cuanto al impacto que estas mejoras técnicas tendrían sobre la demanda de trabajo asalariado. Keynes, como todos sabemos, predijo el desempleo tecnológico. Marx, por el contrario, predijo que la producción basada en el valor de cambio colapsaría.

¿Qué quería decir Marx con producción basada en el valor de cambio? Otras personas podrán tener su propia idea de lo que esto significa, por supuesto, pero en muchos de los casos, lo que ellos quieren decir con esa frase y lo que Marx quiso decir con esa frase, son muy diferentes. Como dije anteriormente, los tarados de Endnotes despojan a la teoría de Marx de las categorías fundamentales, el valor y la plusvalía. No informan al lector que hicieron esto; simplemente lo hacen y presentan su versión debilitada como un replanteamiento preciso de la teoría de Marx. Sin embargo, al despojar la teoría de Marx de las referencias al valor y la plusvalía, también la despojan de la categoría valor de cambio.

Esto es un problema, porque si no hay valor de cambio, ¿cómo puede haber producción basada en el valor de cambio? Y si no hay producción basada en el valor de cambio, ¿cómo puede colapsar la producción basada en el valor de cambio?

Y bien, ¿qué es el valor de cambio? ¿Y por qué podría ser importante el colapso de la producción basada en el valor de cambio?

Según la teoría de Marx, el valor de cambio es la manifestación del valor de una mercancía expresada en el material de otra mercancía. La noción de valor de cambio es necesaria para la teoría de Marx, porque no existe una forma directa de ver el valor de una mercancía. El valor de una mercancía solo nos aparece cuando una mercancía se intercambia por otra mercancía; por ejemplo, diez pares de calcetines pueden cambiarse por un par de pantalones, o 100 onzas de oro pueden cambiarse por una casa. El valor de los pantalones o de la casa se expresa en un intercambio en el mercado como una determinada cantidad de calcetines u oro, respectivamente.

En una economía mercantil desarrollada, donde la producción se basa en el valor de cambio, alguna mercancía sirve como material para expresar los valores de todas las demás mercancías. Llamamos dinero a la mercancía que cumple esta función. Por tanto, la producción basada en el valor de cambio también puede denominarse producción basada en el dinero-mercancía. La mercancía que sirve como dinero expresa el valor de cambio de todas las demás mercancías que circulan por la comunidad. Llamamos a esta expresión de los valores de las mercancías en la forma de dinero-mercancía, precio. El valor de cualquier mercancía se expresa en su precio monetario.

Y aquí está el problema con la declaración anterior: desde 1971, ninguna mercancía desempeña el papel de dinero. El último dinero-mercancía significativo fue el dólar estadounidense, cuando estaba vinculado al oro. Hoy, quizás por primera vez en la historia de la humanidad desde que surgió el dinero, no se utiliza ni un solo dinero-mercancía en ningún lugar del mercado mundial. El hecho de que ninguna mercancía sirva como dinero en el mercado mundial hoy significa, esencialmente, que los precios de las mercancías dentro del mercado mundial ya no expresan sus valores trabajo — ya no expresan los tiempos de trabajo socialmente necesarios requeridos para su producción. Esto es lo que Marx quiso decir cuando predijo el colapso de la producción basada en el valor de cambio: la relación entre valores y precios de las mercancías, la premisa de la producción basada en el valor de cambio, colapsa.

Por lo tanto, a nadie sorprende que cuando Henryk Grossman replantea el argumento de Marx en 1929, en vísperas del estallido de la Gran Depresión, prediga que los salarios ya no representarán el valor de la mercancía capitalista por excelencia, la fuerza de trabajo. Si los precios de todas las mercancías ya no expresan su valor, esto es cierto sobre todo para la única mercancía que crea capital real a partir del capital dinerario.

*

Por lo tanto, tenemos dos acusaciones bastante extrañas contra la teoría de Marx, las cuales pueden parecer plausibles para personas que solo están familiarizadas tangencialmente con su teoría, pero que en realidad son incorrectas:

Primero, la teoría laboral del valor no predice el papel creciente del estado en la gestión de la acumulación capitalista.

Segundo, la teoría laboral del valor no predice el colapso de la producción basada en el valor de cambio porque, esencialmente, no existe la producción basada en el valor de cambio.

Benanev y Clegg plantean explícitamente la primera escandalosa acusación contra Marx con respecto al Estado, a pesar de la evidencia incontrovertible de lo contrario y que he citado anteriormente. La segunda acusación contra Marx es resultado necesario de la eliminación deliberada del valor, la plusvalía y el valor de cambio de su reformulación del modelo de Marx.

Las dos acusaciones contra Marx no son una coincidencia.

Cuando la producción basada en el valor de cambio colapsa durante la Gran Depresión, los principales estados industriales quitaron sus monedas nacionales del patrón oro. Al mismo tiempo, estos estados asumieron la función de administrador del capital nacional utilizando lo que había sido hasta ese momento el gasto del déficit fiscal en tiempos de guerra, como sugirió Keynes. La intervención keynesiana en la economía fue posible porque la Gran Depresión había obligado a los propietarios de oro a retirar sus lingotes de circulación y empezar a acumularlos.

Puesto que ahora se acumulaba oro, las monedas fiduciarias estatales degradadas eran la única forma de dinero que permanecía en circulación. Curiosamente, aunque Benanav y Clegg afirman que el estado maneja las economías nacionales hoy, no explican que el estado desempeñe esta función a través del control de una ficción que ahora sirve como dinero en nuestra economía. Las monedas nacionales que hoy sirven la función del dinero no son dinero; son dinero solo de nombre.

El dinero, como Marx lo define en su teoría, ya no existe. Lo que hoy llamamos dinero es un pagaré sin valor, una herramienta administrativa empleada por el estado para administrar la economía nacional; es decir, para gestionar la producción de plusvalía, la explotación de la clase trabajadora. No se comporta como dinero y esta diferencia en el comportamiento del dinero y la moneda fiduciaria degradada se puede demostrar empíricamente en el registro histórico.

Ofreceré evidencia histórica de por qué el dólar no es dinero en mi próximo artículo.

Edit
Pub: 12 Nov 2020 00:35 UTC
Views: 148